martes, 9 de junio de 2015

Embarazo adolescente: ¿un “error”… de quién?

Por: Marco Paulini Espinoza

Se debe partir de la premisa que hablar del embarazo en la adolescencia, es hablar de un embarazo de riesgo:  no solo implica riesgo para la madre sino también riesgo para su hijo, con gran probabilidad de morbimortalidad para ambos durante el embarazo, parto y/o puerperio.
Se debe tener en cuenta que el embarazo en la adolescencia no es solo  un problema de la adolescente, sino que abarca al adolescente, las familias de ambos y la sociedad en sí misma, cerrando así todo un conjunto de secuelas que repercute en la salud y el desarrollo de los individuos inmersos en esta problemática.
A la vez que en la mayoría de los casos ancla a la persona al sub desarrollo individual, tiene gran impacto en el desarrollo socio económico de la población limitando los recursos de ésta.
En este punto se debe considerar al adolescente como agente de cambio para el desarrollo social, invirtiendo para darle armas para el desarrollo  de sus capacidades, abanderar, respetar y difundir sus derechos como personas, crear espacios para su desarrollo como miembro social.
Toda esta necesidad se hace visible al revisar la incidencia de embarazo adolescente.
Debido a la falta de información en salud sexual y reproductiva (SSR), la misma que se traduce en el desconocimiento de los derechos del mismo adolescente, derechos al ejercicio de su sexualidad en base a su valoración como persona, libre, informada y con total responsabilidad de la misma, y la necesidad de educación sexual que permita desarrollar habilidades para la postergación de la edad de inicio de las relaciones sexuales si así lo deciden.

¿Por qué una adolescente no debe embarazarse?
Se sabe que, en su mayoría, el embarazo en la adolescencia no es libre, informado y mucho menos planificado, teniendo impacto en el ámbito personal y social, sin tocar aun el tema de salud, limitando las oportunidades de desarrollo, a la vez el ejercicio de sus derechos.
Se sabe que la mayor incidencia de embarazo adolescente se expresa en poblaciones de bajos recursos económicos, en situaciones de pobreza y exclusión social, poblaciones que ya muestran falta de acceso a salud y educación, trayendo al mundo individuos con bajas o casi nulas oportunidades de desarrollo, que muestran desde etapas tempranas frustración en planes de vida e inadecuada transición a la vida adulta, configurando y perpetuando la pobreza y el subdesarrollo de la sociedad.
Bajo este criterio tenemos deserción y abandono a las escuelas, empleos de baja remuneración, y, algunas veces, en condiciones infrahumanas, aumento de los índices de violencia de género, familias fraccionadas, entre otros.
Punto aparte es toda la problemática en salud que rodea al embarazo adolescente.
Aquí nos enfrentamos al aumento en la morbimortalidad materno perinatal, que se expresa en complicaciones obstétricas producto de la inmadurez y constitución biológica  de la adolescente.
Por mencionar algunas, aquí tenemos: hipertensión, hemorragias e infecciones, y abortos que muchas veces por ser llevados a cabo en lugares insalubres desencadenan una serie de eventos que atentan a la salud, si es que no terminan en muerte.
Aquí también nos encontramos cara a cara con el suicidio, el mismo que es muy difícil de delimitar.
También está la desnutrición, que no es solo por parte de la madre, ya que está comprobado que las adolescentes tienen mayor probabilidad de tener niños con bajo peso al nacer.

Legislación del embarazo adolescente
Por desgracia existen dos grandes brechas legales que limitan el acceso de los adolescentes a los servicios de salud sexual y reproductiva.
Por un lado tenemos la ley N° 28704 en su artículo 173 que penaliza cualquier relación sexual entre y con adolescentes incluyendo las de libre consentimiento, impactando de forma negativa para el acceso del adolescente a los servicios de SSR, pues existe el miedo a la sanción legal si los adolescentes no acuden a los servicios de salud con sus padres o apoderados.
Por otro lado tenemos la Ley General de Salud, en su artículo 4 que interpreta al adolescente menor de 18 años como dependiente del consentimiento y acompañamiento de sus padres o tutor legal para el acceso a los servicios de salud incluyendo el servicio de salud sexual y reproductiva.
Bajo este marco legal tenemos la inaccesibilidad del adolescente a información adecuada por profesionales en salud sexual y reproductiva, e insumos anticonceptivos, la ausencia a la atención prenatal de la adolescente ya gestante, en algunos casos la inadecuada atención del parto, entre otros, por tanto, todo esto solo agrava la situación favoreciendo la morbimortalidad materno perinatal, pues como dijimos antes existe el miedo a la sanción legal.
El gobierno peruano, al tomar conciencia de esta brecha legal establece el precedente vinculante de la corte suprema que declara inconstitucional la  penalización de las relaciones sexuales consentidas entre y con adolescentes de 14 a 18 años, propiciando así el libre acceso y empoderamiento del adolescente a salud sexual y reproductiva; sin embargo su implementación necesita tiempo para lograr cambios significativos, además es necesario continuar con la abogacía (incidencia o advocacy) para lograr un mejor acceso y servicio en cuanto a la salud sexual del adolescente.

Cifras de embarazo adolescente
Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), en Perú, en 2012, el 29% de las adolescentes son sexualmente activas, 13% de adolescentes de 15 a 19años ya son madres y/o están embarazadas con el primer hijo; del total de embarazos adolescentes, son más propensas y vulnerables al embarazo las más pobres, con poca educación y las del área rural.
Del total de adolescentes embarazadas solo el 32% querían embarazarse.
Todo esto deja ver una realidad más integral del adolescente como sujeto sexual y no como algunos que bajo el velo de falsa moral todavía pretenden concebir al adolescente como sujeto asexuado sin necesidad de educación sexual, pues, como sostienen, “hablarle de sexualidad al adolescente es despertarle el morbo y encaminarle al pecado”

¿Qué debemos hacer?
Se debe invertir en la salud integral del adolescente, creando espacios diferenciados para los mismos, asignando personal profesional en salud sexual y reproductiva con visión a lograr la postergación de la edad de inicio de las relaciones sexuales de los adolescentes que así lo deseen, brindando las armas necesarias para fortalecer la toma de decisiones y el respeto mutuo.
Conseguir la articulación entre salud y educación logrando la contratación de profesionales en salud sexual y reproductiva, que brinden una formación adecuada y sostenida en centros educativos, asegurando el acceso del adolescente a los servicios diferenciados para su atención integral en los diferentes centros de salud.
Brindar la orientación y consejería libre y oportuna a los adolescentes que ya tienen una vida sexual activa logrando el uso adecuado del método anticonceptivo para evitar el embarazo adolescente.

Pensemos en lo siguiente: ninguna adolescente madura por quedar embarazada; sigue siendo adolescente… teniendo que luchar contra sus propios miedos, más el estigma social. Para poder criar un niño.

¡Hagamos el cambio!


(Agradecemos a Jhon Gómez encalada por sus aportes legales. 

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