sábado, 19 de enero de 2019

Gender Violence - What Cecilia Never Understood


By Marco Paulini Espinoza

She saw thirteen times the Spring to flourish. Already at mid-morning, sshe had gotten away the village too much, than her spirit felt to be free as when her mother took her hand to guide her way just some years ago.
The remembrance posessed her most intimate thougs when she suddenly felt tired, and a light dizziness made her to look for a place where to lay, while she streched Carola among her hands.
The cool wind made to collide some dry leaves against her face, awoke, and magically the Moon enlighted the prairie letting to glimpse tthe absence of the ten sheeps those were the perfect motivation and excuse of her taking-away.
Her hand slided on the grass and found the lace of Carola's dress. Within very much bad luck, a smile sketched out on her face at the time that a tear ran over her chick. as she could, she held Carola  into her arms, squeezing it, and wishing to bring back  to that day of her eight birthday when Aunt Sofía, who had years far away, came back from the city bringing the doll with its pretty smile embroidered on his little cloth face, which came in a beautiful box decorated  with a red ribbon, what would be her gift remembering the day when she born.
She got up and a strange waist pain brought her down again almost inmediatly, while  a tearing pain scream  who nobody heard at the lonely prairie escaped out from her being.
She tried to slow down when she felt a warn fluid  to run her thighs. She could not understand why she was bleeding profusely. The cold of the death took  her fragile body making her to tremble, she cried and she tried to scream for help, but she was completely alone.
Foolishly, as theatrical motion scenes, almost programmed thoughs passed through her head: What would be thinking about her at his husband Juan's house? Surely that as at her parents' hhouse "she was very pampered", she as not been accostumed to her new family. In the other hand, wwhat her father could think about of her running-away offense as the much he earned to negotiate with Juan for the town's people not to speak and realize her daughter was not virgin anymore.
As she does not arrive into home, Juan surely would despise her  and look for another girl at the lonely countryside for forcing her to make love as the habit was, because in his 22-year-old, he had it done many times, as that time when Cecilia went out from the school and the fortune, the misfortune, made to match Juan at the lonely countryside, no words crossing each other... and her destiny could change forever.
What did Juan care about doing it once again? What did Juan care about leaving Cecilia dishonored and marked lifetime?
She blamed for taking away too much because her intenttion was to feel free only but not running away, she blamed  for losing the sheeps, she blamed for being a bad daughter, she blamed for being a bad woman  and she could not understand what her body was passing through.
She did an unnatural effort  and walked as she could, almost dragging. Her body did not responsed once more time and a "My God, help me" was her ultimate reasong.
It was four in the morning wen a farmer tripped on Cecilia amid the fog, who was white as a paper and cold because of the sierra's air, but still having pulse. Rushing, he took her on his arms and covered her up with his poncho. A rampage started at the town. Juan did not want her to be addressed to the health post because it was  a villagers' habit to heal their diseased with healers and shamans.
At five in the afternoon, Don Evaristo, a very respected shaman, said he could not do anything else yet for Cecilia and bring her to the medical post.
Cecilia was evacuated and arrived into the city's hospital almost at midnight.  Half an hour later, her death was confirmed. The innocence of her years did not let her to understand she was pregnant eight weeks. The medical doctors confirmed the next day the bleeding cause was a miscarriage.

Let's denounce the machismo too ingrained inside the cultural practices. Stop the gender violence!

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Violencia de género: lo que Cecilia nunca comprendió.

Por Marco Paulini Espinoza

Eran trece las primaveras que sus ojos vieron florecer. Ya para la media mañana se había alejado tanto del poblado que su espíritu sintió ser libre como cuando su madre tomaba su mano para guiar su andar apenas hace algunos años atrás.

La añoranza se apoderaba de sus más íntimos pensamientos cuando de pronto sintióse fatigada, y un ligero mareo la hizo buscar un lugar donde recostarse, mientras entre sus manos apretujaba a carola.

El viento frío hizo colisionar unas hojas secas contra su rostro, despertose y la luna mágicamente iluminaba la pradera dejando entrever la ausencia de las diez ovejas que fueron el motivo y excusa perfecta de su alejamiento.

Su mano se deslizó sobre el pasto y encontróse con el encaje del vestido de carola. Entre tanta mala suerte, una sonrisa se esbozó en su rostro a la vez que una lágrima recorría su mejilla. Como pudo tomó en sus brazos a carola, apretujándola, y deseando volver a aquel día de su cumpleaños número ocho, cuando la tía Sofía, que llevaba años lejos, regresó de la ciudad trayendo a la muñeca con su linda sonrisa bordada en su carita de trapo, la misma que venía en una hermosa caja adornada con un moño rojo y que sería su obsequio recordando el día cuando ella nació.

Levantose y un extraño dolor de cintura la volvió a tumbar casi de inmediato, mientras un grito de dolor desgarrante que nadie oyó en la soledad de la pradera escapó de su ser.

Intentaba tranquilizarse cuando sintió un fluido caliente recorrer sus muslos; no podía comprender por qué se estaba desangrando a borbotones. El frío de la muerte se apoderó de su frágil cuerpo haciéndola temblar, lloró e intentó gritar por auxilio, pero estaba completamente sola.

Tontamente, como escenas teatrales, pensamientos casi programados pasaban por su cabeza: ¿Qué estarían pensando de ella en casa de su marido Juan?, Seguramente que como en casa de sus padres “la tenían muy consentida”, no se acostumbró a su nueva familia; por otra parte, que pensaría su papá ante la ofensa de su huída, con lo mucho que le costó llegar a un arreglo con Juan para que la gente del pueblo no hable y se diera cuenta de que su hija ya no era virgen.

Al no llegar a casa seguramente juan la menospreciaría y buscaría otra chica en la soledad del campo para hacerla suya como era la costumbre, pues a sus veintidós años ya lo había hecho varias veces; como esa vez cuando Cecilia regresaba de la escuela y la fortuna, la mala fortuna, hizo que se topara con Juan en la soledad del campo, y aunque antes nunca cruzo palabra alguna... su destino cambiaría para siempre.

¿Qué le importaba a Juan hacerlo una vez más? ¿Qué le importaba a Juan que Cecilia quedara deshonrada y marcada de por vida.

Se culpó por haberse alejado tanto, pues su intención sólo fue sentirse libre pero no huir, se culpó por haber perdido las ovejas, se culpó por ser mala hija, se culpó por ser mala mujer y no pudo comprender qué estaba pasando con su cuerpo. Hizo un esfuerzo sobre humano y caminó como pudo, casi a rastras. Su cuerpo no respondió más y un “Dios mio, ayúdame” fue su último razonamiento.

Eran las cuatro de la madrugada cuando un jornalero entre la niebla tropezó con cecilia, que blanca como papel y fría por el aire de la sierra aún tenía pulso. Rápidamente la tomó en sus brazos y la cubrió con su poncho. Un alboroto se armó en el pueblo. Juan no quiso que la llevaran a la posta médica, pues era costumbre de los lugareños sanar a sus enfermos con los curiosos y chamanes.

Para las cinco de la tarde, don Evaristo, chamán muy respetado, dijo que ya no podía hacer nada por cecilia y que la llevaran a la posta médica.

Cecilia fue evacuada y llegó al hospital de la ciudad casi a media noche. Media hora después confirmaron su muerte. La inocencia de sus años no la dejó comprender que estuvo embarazada de ocho semanas. Los médicos al siguiente día confirmaron que la causa de su sangrado fue un aborto.

Denunciemos el machismo tan arraigado en las prácticas culturales, la falta de educación en temas de equidad de genero. ¡No a la violencia de género!



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